Claro que cuando lo vi por primera vez en la pantalla del televisor ruso Krin, blanco y negro, que había en mi casa, estaba muy lejos de imaginar que aquel joven de pelo largo, con una verruga en el lado derecho de su rostro, de sonrisa irónica, vestido con una ajustada camisa blanca, vaqueros gastados y viejas zapatillas, , y que cantaba de forma desenfadada:
“ese por quien sueña su hija es el ladrón que os desvalija de su amor soy yo, señora”; se convertiría en un icono para mi.
Corría el mes Mayo de 1973, era el primer concierto en Cuba de Joan Manuel Serrat y se transmitía desde el teatro Amadeo Roldán de la capital habanera. A partir de ese momento se metió tanto en mi piel que los seguía en todas las presentaciones que realizara en la isla. Hasta 1976 no volvió a Cuba, luego hasta 1981.El 23 de Noviembre de 1983 participó del Primer Festival Internacional de la Nueva Canción que se celebró en Varadero (Cuba) con seis días de programación y un coloquio sobre la Nueva Canción evento que por supuesto no me perdí ni un solo día. Se conmemoraba así el décimo aniversario del nacimiento de la Nova Trova. El festival concluyó con una declaración de todos los participantes y la creación de un Comité Internacional de la Nueva Canción en el que junto a Serrat formaban parte Daniel Viglietti, Carlos Mejía Godoy, Silvio Rodríguez, Armando Tejada Gómez, Óscar Chávez, Saen Tokas, Elke Bittrhof y Ángel Parra. Lo vi una vez más en la primavera de 1984 en Cuba presentando un concierto multitudinario en el teatro Kart Marx de la Habana.
Sin dejar de reconocer el merito que tiene Serrat como gran compositor, no puedo obviar que fue su disco “Mediterráneo” el que cambió mi vida. Por ese disco comencé a amar España, sus pueblitos blancos, sus viejas iglesias, sus playas, su gente, de la que tanto llevo en la sangre. Serrat se fue convirtiendo desde entonces en un referente para mi, andaba yo por aquellos tiempos estudiando en el noveno año de secundaria, era un joven inquieto y me iba muy bien aquel modelo, así comencé a cantar sus canciones, vestir informal y hasta deje crecer mi pelo, que se empeñaba en rizarse y mas que largo se convertía en alto. Lo que me traía no pocos problemas en la escuela, así que por entonces gasté unos miles de pomos de vaselina para hacer que mis pelos estuvieran quietos al menos en las horas que permanecía dentro de aquel viejo edificio donde estudiaba. Y el ritual que seguía cuando sonaba el timbre de salida, corriendo al servicio para mojar mi cabeza frotando fuerte para que aquel pegoste de grasa sólida liberara mi abundante cabellera y salir a la calle chorreando agua y con la camisa blanca empapada, pero feliz. Era el soñador de pelo encrespado, el autentico joven inquieto, revolucionario y jodedor cubano.
Fui haciéndome mayor con el tiempo y sus canciones, porque Serrat ha sido como el reloj que ha marcado mi vida, sus discos y cada una de sus interpretaciones me han enseñado el camino correcto, y reconozco que he ido madurando en la misma medida que sus canciones se han hecho adultas. Llegué a Argentina en 1998 y descubrí su disco “El sur también existe” y sentí que el también llevaba en su piel algo de mi, porque yo también soy Cuba, lo sentí al escuchar “Habanera” poema de Mario Benedetti, musicalizado por el.
“Los autos van dejando tuercas en el camino,
Los jóvenes son jóvenes de modo irrefutable
Aquí el amor transita sabroso y subversivo
Y hay mulatas en todos los puntos cardinales”
Los jóvenes son jóvenes de modo irrefutable
Aquí el amor transita sabroso y subversivo
Y hay mulatas en todos los puntos cardinales”
Por eso en noviembre de 2000 fui a verle al polideportivo de Mar del Plata cuando presentó su disco Tarres/Serrat, me sentí como el niño que entra a una juguetería solo y de noche, hice todas las fotos que quise y pude hacer, pues mi silla se encontraba en la segunda fila a la derecha del escenario. Ese día disfruté como un loco, como si aquello no fuera a acabar nunca, transportandome en el tiempo, escuchando a Tarres vivía nuevamente mis dieciséis años, y a quien veía sobre el escenario era a aquel mismo joven de mis años mozos, como si el tiempo no hubiera transcurrido para ambos.
Y fue justo por aquellos días cuando la agrupación cubana Buena Vista Social Club se presentaba por primera vez en Argentina, el concierto sería los días 22 y 23 de Noviembre de ese año, y el lugar donde se hospedaban en Buenos Aires era en el Hotel Hilton, lugar donde coincidentemente estaba Joan Manuel Serrat, lo supe porque en la recepción me comentó una de las agradables muchachas del hotel, que Serrat conociendo de la llegada de Ibrahim, le había manifestado que le gustaría saludarlo personalmente, cosa esta que al viejo lo puso muy contento por ser un ferviente admirador del catalán, pero que por razones de trabajo nunca habían coincidido en Barcelona, lugar donde reside Serrat y donde Ibrahim pasaba mucho tiempo en sus viajes a Europa, donde se atendía de la vista en un hospital de la ciudad luego de una intervención quirúrgica que allí le habían realizado.
Con mi puño y letra escribí el mensaje de agradecimiento que el viejo le enviaba a Serrat, el cual firmó Ibrahim y entregué en la recepción del hotel para que se lo hicieran llegar. Por razones de tiempo y compromisos no pudieron verse tampoco en esa oportunidad, pero quedaba sellada y manifiesta la admiración mutua que se sentían ambos artistas. Aquello me llenaba de satisfacción y orgullo, algo que también consideraba mío había calado hondo en Serrat y una vez más sentí que mi condición de Serradicto se hacía mas profunda en mi.
Ibrahim Ferrer se hizo culé, como Serrat seguía al equipo Barcelona de fútbol como un catalán más, yo también soy Culé y una cosa muy curiosa es que a la grabación del tema “ te guste o no” incluida en el disco “Cuba le canta a Serrat” el viejo se apareció en el estudio con la camiseta azul grana del Barcá, como para dejar en claro su posición al lado del Nano. Con esta canción que grabó dejó para la posteridad un mensaje de amor y respeto de todos los cubanos para uno de los más grandes artistas españoles que ha correspondido con su amor y vida a esa pequeña isla del caribe que es Cuba.
Yo solo le pido a la vida que no nos deje marchar sin estar uno frente al otro y poder decirle lo que llevo dentro, como diría aquella vez Ibrahim cuando le dije que Serrat estaba en el mismo hotel y quería verlo antes de irse de argentina:
“Ay mijo que te voy a decir, si yo lo tengo dentro de mi corazón y va a ver que operarme pá poder sacármelo de ahí”
La verdad es que me lo demostró con creces. Por eso creo y siento que Ibrahim también le cantó a Serrat a nombre de este soñador que una vez tuvo el pelo largo o alto muy encrespado, ese eterno soñador que siempre seré yo.